Cerca de 10.000 especies de árboles, de las 15 mil que alberga, están en peligro de extinción en el planeta. La deforestación, sobreexplotación y minerÃa, cada año agregan 2.000 nuevas especies que entran al exterminio. En este contexto y entre otras regiones de la Tierra, la Amazonia ya ha perdido el 12% de su territorio y los expertos advierten que para el 2050 esta pérdida llegará al 40%, si no se frena el ritmo de la deforestación y actividad minera, cuya proyección amenaza al 57%  de sus especies forestales de entrar a la lista roja del en peligro de extinción de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, IUCN. El peligro es inminente para el Amazonas, sus etnias y su frágil y milenario equilibrio ecológico. Brasil y Colombia, los grandes depredadores de siempre, intentan reducir la deforestación en el área, sin embargo, ahora es otro la amenaza: el AMO de Venezuela. El Gobierno Bolivariano de Venezuela y su proyecto AMO, ARCO MINERO DEL ORINOCO, para la explotación del oro, diamante, coltan y otras riquezas, se suma con la devastación, a corto y mediano plazo, de 111.843 kilómetros cuadrados al sur del rÃo Orinoco, el 12% del territorio venezolano, hogar del Macizo Guayanés y del Parque Nacional Canaima, Patrimonio de la Humanidad y parte de la Amazonia venezolana. Con la ejecución del AMO, Venezuela rompe con su tradicional polÃtica conservacionista de los últimos 43 años y condena a la Amazonia, a sus parques naturales y a sus reservas indÃgenas, ya en estado crÃtico, a la destrucción de sus frágiles suelos, porque el mayor daño ambiental que conlleva el Decreto Oficial del AMO es la deforestación masiva necesaria para las excavaciones. Como la deforestación suprime el proceso de fotosÃntesis que absorbe el CO2 de la atmósfera y a la vez emite CO2, principal gas de efecto invernadero, su impacto sobre el calentamiento global será determinante y, sin bosques que recubran la región, se eliminarÃa la evapotranspiración que consiste en el envÃo de grandes cantidades de vapor de agua a la atmósfera que contribuyen a las precipitaciones lluviosas, y, sin esto, menos lluvia y más sequÃa. Dado que el 70% de las aguas de Venezuela nacen en ese territorio, imaginamos el cuantioso daño que harán el mercurio y el cianuro, que usarán para esa explotación minera en rÃos y cuencas venezolanas. Panorama muy desolador para el futuro de los venezolanos y para la lucha contra el Cambio Climático. ¡NO al  AMO!